Comienza tu estancia activa temprano en la cosmopolita capital, Doha, aprovechando el aire fresco de la mañana con un paseo al amanecer o corriendo a lo largo de los 6,5 kilómetros del corniche. Una vez finalizado el trabajo, reponte con un abundante desayuno en uno de los restaurantes locales saludables del camino, como el recientemente abierto Thalatheen, con su nutritivo menú vegetariano.
Con las pilas cargadas, es hora de ir a la costa noroeste de Catar, a Bir Zekreet, también conocida como Reserva Natural de Brouq. Aquí se puede caminar o montar en bicicleta a la sombra de las formaciones rocosas en forma de hongo y los acantilados, mientras uno se fija en los antiguos fuertes, escenarios de cine abandonados y la monumental obra East-West/West-East de Richard Serra.
Otra opción es ir por la costa oriental al norte desde Doha hasta llegar a los humedales de Al Thakira, cerca de Jor. Las visitas guiadas en kayak entre los humedales son una gran apuesta para las familias con niños de cualquier edad. Todos disfrutarán aprendiendo de los experimentados guías sobre este importante y frágil ecosistema mientras navegan por los estrechos canales de agua, destacando la vida silvestre local, como las aves indígenas y migratorias. Pon la guinda con un paseo por la pasarela que conduce a Purple Island, la isla púrpura, y un descanso relajante o un pícnic en la playa de Al Thakira.
Más tarde, de vuelta en Doha, regresa al corniche para un crucero con cena en bagala al atardecer o lleva a la familia a un divertido recorrido de sabores de Oriente Medio en el zoco Souq Waqif. En caso de optar por esto último, podrías rematar la experiencia con platos locales aún más clásicos en un restaurante como Al Sufra, en el Marsa Malaz Kempinski. Eso, si alguien todavía tiene hambre después de probar todos los deliciosos aperitivos que ofrecen los puestos, desde guisos y tortitas regag hasta helados y “dumplings” (bola de masa hervida) dulces.